Jardines multicolores engalanan sus espacios, el orden la limpieza le dan un toque especial en un marco de tranquilidad provinciana.

Villa Elisa es una agradable localidad al centro este de Entre Ríos que se jacta de ser la Ciudad Jardín y no es un capricho de sus casi 9.000 habitantes, sino que es una realidad palpable para quienes circulan por su bien diagramado radio urbano.

Jardines de acera, amplias avenidas parquizadas, parques y plazas son celosamente cuidados por los vecinos que desean convivir en un espacio urbano digno de habitar.

Monumento al Sembrador
* H I S T O R I A
A treinta kilómetros al norte de la ciudad de Colón, cabecera del departamento del mismo nombre, coronando las cumbres de unas cuchillas de escasa altura, se encuentra la ciudad de Villa Elisa. Fundada por Héctor de Elia en 1890, su nombre recuerda el de su esposa doña Elisa Dickson, en cuyo honor le fue puesto.
Edificada sobre una planta urbana cuya traza de calles permiten la construcción de las casas de manera de aprovechar las mejores orientaciones. Dos amplias avenidas de 50 metros de ancho, se cruzan perpendicularmente en el centro, donde se levanta la primitiva iglesia local. Su humilde pequeñez ha sido reemplazada por un nuevo templo que en su imponencia majestuosa ostenta en su aguja saetada la milenaria cruz del cristianismo. Los primeros pobladores eran suizos de la región de Valais; italianos del Piamonte; franceses de Saboya y algunos vascos españoles. Don Héctor de Elia, administrando los campos que fueran de su padre, comienza a soñar su obra colonizadora.
Sus actuales habitantes, en su mayoría, son descendientes de un desprendimiento del triple tronco inmigratorio que arribaron a estas tierras desde Francia, Suiza e Italia, en épocas de la fundación de la colonia San José (1857), por el Gral. Justo José de Urquiza.
Menos de dos años tardó la zona en triplicar su población y con ella llegó el desarrollo y evolución económica como lo desmuestra las casi 6.000 hectáreas cultivadas en 1892. Han transcurrido poco más de cien años y su gente mantiene aún ese espíritu de progreso.
El viejo y perfecto damero constituído por ocho manzanas originariamente, se ha transformado. La ciudad posee un área urbana con mayor densidad de edificación y concentración de los comercios, espaciándose hacia el exterior.